Ing. Diego A. Hidalgo L.
Laboratorio de Ingeniería Sísmica, Universidad de Costa Rica
Costa Rica, se ubica en un ambiente tectónico muy activo, el cual ha generado al menos 68 sismos destructivos desde 1821, entre los que destacan el terremoto de Cartago 1910 (6.4 Mw), Limón 1991 (7.7 Mw) y Cinchona 2009 (6.2 Mw), por ser los tuvieron un mayor impacto sobre la sociedad y la economía del país en los últimos años (Alonso-Henar et al., 2013; Linkimer & Alvarado, 2014; Morales, 1994).
Algunos estudios de amenaza sísmica han identificado que, en general, las zonas cercanas a la Costa Pacífica poseen valores de intensidad sísmica mayores a las ubicadas en las zonas del Atlántico norte (Benito et al., 2008, 2012; Hidalgo- Leiva et al., 2023; Mortgat et al., 1977). Recientemente, Hidalgo et al. (2023), mostraron que en la zona del Caribe sur del país, se pueden presentar valores de intensidad sísmica similares a las esperadas en la zona del Valle Central, lo cual no se observaba en los estudios anteriores. Además, se observa que las penínsulas de la Costa Pacífica son las zonas con mayor intensidad del país. Los estudios de amenaza sísmica se ven altamente influenciados por la calidad de la información que se utiliza como base.
En particular, hay dos fuentes de datos que requieren de especial atención, al tratarse de datos medidos en cada evento sísmico. La primera corresponde a los parámetros sismológicos del evento (magnitud, ubicación, profundidad, etc.), para lo cual se requiere de una red de sismómetros, como la que posee la Red Sismológica Nacional y el OVSICORI. La segunda se construye con los registros de aceleración generados por eventos sísmicos que superen cierto nivel de intensidad (usualmente entre 2 y 5 cm/s2), para lo cual se requiere de una red de acelerógrafos, como la que posee el Laboratorio de Ingeniería Sísmica de la Universidad de Costa Rica (LIS-UCR). A mayor cantidad de datos, mejor será la estimación de la sismicidad futura, mejor será la definición de las fuentes sísmicas y menor será la definición de la atenuación de las ondas, por lo que el trabajo de monitoreo de sismos es básico para este tipo de cálculos.
Adicionalmente, las redes de acelerómetros, como la que posee el LIS, permiten realizar la evaluación temprana de la intensidad sísmica. El avance tecnológico en la transmisión de información y en el procesamiento de gran cantidad de datos, nos permite conocer de manera casi instantánea, la intensidad sísmica en los puntos donde se ubican las estaciones acelerográficas, lo cual se puede extrapolar fácilmente a las localidades en las cercanías del equipo.
Esta estimación rápida de la intensidad sísmica proporciona parámetros ingenieriles como el valor máximo del movimiento del terreno o la respuesta de osciladores para periodos específicos, tan solo unos segundos después de que el evento ha ocurrido, con lo cual es posible identificar aquellas zonas en las que puede ser prioritaria la atención por parte de los cuerpos de emergencia.
El sistema MAS-LIS (www.mas.lis.ucr. ac.cr) es una muestra del avance de las redes de monitoreo de eventos naturales, cuyos datos pueden tener múltiples usos y beneficios para la sociedad. Estas redes, por si solas no incrementan la resiliencia de las comunidades ni reducen el riesgo sísmico, pero el estudio a largo plazo de sus registros y su uso en caso de una emergencia, pueden ayudar a reducir el impacto de los eventos sísmicos por medio de los estudios de amenaza sísmica y a mejorar la priorización y velocidad de atención en caso de emergencia.
Figura 1. Mapa de aceleración pico del terreno para un periodo de retorno de 475 años, estimado por el equipo de la Universidad de Costa Rica en el Proyecto UCREA (2022).