- Antiguo edificio de Correos y Telégrafos de Juan Viñas, Cartago, ingresa a la lista de edificaciones patrimoniales del país
- Edificación de madera fue hito urbano en 1935 y contribuyó a impulsar las comunicaciones y comercio del lugar
- Técnicos del Centro de Patrimonio Cultural consideran que es apto para una futura restauración y puesta en valor
Gracias a la gestión que por varios años realizaron los ciudadanos de Juan Viñas, en 1935 un importante edificio de madera irrumpió en el paisaje rural de la incipiente ciudad. Era la ansiada sede de Correos y Telégrafos, que vendría a facilitar las comunicaciones y el comercio; edificio que se suma a la lista de inmuebles declarados patrimonio histórico-arquitectónico de Costa Rica. (Decreto Ejecutivo N° 42558-C, La Gaceta, 7 de octubre de 2020).
Tan hermoso y relevante fue para los juanviñenses, que por acuerdo municipal resolvieron mover el mercado de lugar, con tal de que no obstaculizara su vista.
“Estimados compañeros: movido por el espíritu del progreso y con vista de que nuestro mercado le quita el precioso aspecto que ofrece el valioso edificio de Correos y Telégrafos y por ser dicha edificasión [sic], un hornato [sic] de esta villa, Propongo: que se quite el edificio del mercado, donde está ubicado y se traslade de lote que queda al oeste, entre las propiedades de don José Peet, Timoteo Valverde y la calle de ronda de esta población”, se lee en la moción hecha por el regidor Calvo Masís, que se resguarda en un documento del Archivo Nacional.
Para Carlos Luis Fallas Pastor, historiador del Centro de Patrimonio Cultural y encargado del estudio para la declaratoria, la propuesta del regidor evidencia que la nueva edificación fue vista como un hito en la arquitectura urbana local, distinguiéndose en el medio por sus dimensiones, arquitectura y por su ubicación en un espacio sobresaliente. “Y que, por tanto, se concluye que en gran parte la identidad cultural de los juanviñenses se reforzó y consolidó con los valores culturales que la comunidad comenzó a asignarle al bien recién construido”, señaló.
El Antiguo Edificio de Correos y Telégrafos de Juan Viñas se ubica frente al costado norte del Parque Ramón Ballestero. Fue construido durante la tercera administración de Ricardo Jiménez Oreamuno (1932-1936) y su diseño se debe al arquitecto José María Barrantes Monge. Sirvió como sede de Correos hasta 2015, actualmente está en desuso y pertenece a la Fuerza Pública.
Para Diego Meléndez, director del Centro de Patrimonio Cultural, una declaratoria como esta es importante por varios motivos: “primero, para evitar su demolición; luego, para que la comunidad retome conciencia de su valor. Vemos cómo en 1935 este edificio fue un hito urbano para los juanviñenses y puede perfectamente volver a serlo con la inversión y el cuido requeridos. Finalmente, esperamos que esta declaratoria sirva para que los propietarios consideren darle un uso adecuado que les genere ingresos para su mantenimiento. En esa restauración y puesta en valor del edificio, nos ponemos desde ya a la orden para asesorarles”, comentó.
Descripción arquitectónica. Según determinó el análisis arquitectónico, el inmueble no presenta elementos definidos que lo ubiquen dentro de un estilo arquitectónico específico. Su diseño modesto y conservador, responde a aspectos de funcionalidad y al uso de los materiales del momento, como la madera, característicos de los edificios institucionales construidos en zonas rurales en la primera mitad del siglo XX.
Su escala, volumen, el uso de la madera como principal material constructivo y las características estéticas del inmueble, responden a edificios usuales para cabeceras de cantón rural en la época de su construcción. Para la población de la localidad, la obra fue sobresaliente desde que se levantó debido a la conjunción de sus rasgos constructivos.
El inmueble de una planta incluía un área de vivienda para el funcionario de Correos, por lo que el ingreso original al inmueble se ubicó sobre la avenida primera, a través de la gradería que actualmente se encuentra bloqueada. Esta distribución interna del edificio se mantiene hasta hoy, salvo por un añadido exterior y unas modificaciones internas.
La construcción principal del edificio, de un único volumen de forma regular, se asienta en el terreno con una diferencia de altura sobre el nivel de calle de más de dos metros hacia el costado sur del inmueble. Allí se ubica un zócalo construido en concreto armado, al igual que los cimientos.
No posee patios internos ya que la propiedad disponía originalmente de un solar al costado norte, mismo que posteriormente fue utilizado para la construcción de otros aposentos requeridos por Fuerza Pública. Debido a su forma geométrica, la cubierta fue resuelta a cuatro aguas con pendiente pronunciada.
Tiene como material predominante la madera, presente tanto en paredes, pisos, cielos y guarniciones, como en su estructura. En cuanto a pisos se refiere, si bien en su mayoría son en madera, hay una sección que coincide con el área original de la cocina, de mosaico con motivos geométricos.
Según se observó, en el inmueble aún se conservan gran parte de las puertas y ventanas de la construcción original; sin embargo, han tenido algunas modificaciones como el añadido de rejas y cambios en los sistemas de cierre y apertura.
“Debido al desuso del inmueble en los últimos años, así como a la falta de mantenimiento preventivo y/o correctivo, su estado actual es de regular a malo, no obstante, la mayor parte de los daños son reversibles y aptos para la restauración”, determinaron.
Antecedentes históricos. En la segunda mitad del siglo XIX, la construcción del ferrocarril al Atlántico convirtió a Juan Viñas en un centro de operaciones de muchas personalidades de las altas esferas económicas y sociales del país, quienes compraron tierras en la zona para establecer explotaciones agropecuarias. Muchos también fundaron viviendas que fueron lugares de recreo de la élite vallecentralina.
La condición de sitio de reunión de negocios y de personalidades de la oligarquía en que se convirtió Juan Viñas, creó la necesidad de un sistema local de comunicaciones moderno y eficiente, lo que se solventó con el establecimiento de los servicios de correo nacional e internacional y el sistema telegráfico a fines del siglo XIX.
Fue en la tercera y última administración de Ricardo Jiménez, cuando el nuevo edificio recibió un definitivo impulso legislativo, ahora en junio de 1933, gracias a una nueva ley que reiteraba el otorgamiento de un modesto presupuesto de Ȼ6.000 colones. Por fin los sueños y los esfuerzos de casi una década de los vecinos de la localidad, se transformaron en el preámbulo de una obra material, pues en aquel mismo año de 1933 el Arq. José María Barrantes Monge recibió el encargo del proyecto de construcción de la nueva sede de Correos y Telégrafos de Juan Viñas.
Aunque la construcción inicialmente estaba proyectada en concreto armado, las repercusiones de la crisis económica nacional y mundial de la época, obligaron a construirlo en madera. La justificación que sustentó tal decisión muy probablemente fue que la madera era posible de obtener en las cercanías del cantón, o al menos dentro del territorio nacional, mientras que el cemento y el hierro eran productos importados.
La diferencia de costos debió ser significativa, pues en 1927 se calculó que con quince mil colones se levantaba «una obra de cemento armado higiénica y cómoda”, y finalmente solo los fundamentos de la obra se hicieron de concreto armado, mientras que el resto de la estructura, se construyó en madera. El costo total del edificio ascendió a Ȼ13.539.83 colones.
A manera de comparación, solo tres edificios para correos que se hicieron nuevos durante la última administración de Ricardo Jiménez. Además del de Juan Viñas, se construyó el de Tierra Blanca, donde se invirtió Ȼ 3.475,18 colones, y finalmente el edificio de Cot, que solo costó Ȼ 1.062,43 colones, según datos recopilados por el historiador.
Igualmente, el hecho de que a la nueva sede de Correos y Telégrafos de Juan Viñas se le destinara el 75 por ciento de la inversión en edificios nuevos para las comunicaciones en el país, pone en evidencia la importancia que el lugar tenía para la economía nacional y para los sectores oligárquicos nacionales, que habían asentado sus explotaciones agropecuarias y residencias vacacionales en la localidad de Juan Viñas y sus cercanías.
En resumen, tanto el historiador Fallas, como la arquitecta Verónica Solórzano, encargados del estudio técnico, determinaron el valor patrimonial del Antiguo Edificio de Correos y Telégrafos de Juan Viñas en una serie de atributos culturales que posee, como lo son: valor contextual-espacial, valor arquitectónico, valor de autenticidad, valor histórico, valor simbólico y representatividad.
“Representa la manifestación de los valores positivistas de las élites económicas y sociales en la época Liberal, principalmente el progreso y la modernización de las comunicaciones como una de las formas que tenía Estado para ostentar su jerarquía en las distintas regiones del país, así como la importancia que le dio, principalmente la élite liberal, a la integración de todo el país”, argumentó Fallas.
Por otra parte, también “representa la renovación que a nivel de simbolismo vivía la arquitectura costarricense, que durante el primer tercio del siglo XX empezaba a dejar de lado los estilos arquitectónicos academicistas”.
Con la declaratoria, el Antiguo Edificio de Correos y Telégrafos se une a la Escuela Cecilio Lindo, diseñada en estilo Art Decó y reconocida desde 2010 como Patrimonio Histórico-Arquitectónico, como las dos joyas que posee el distrito de Juan Viñas.
Fotos 1 y 2: Fachadas actualmente visibles del antiguo edificio de Correos y Telégrafos. / Foto 3: Puerta principal de madera con el orificio típico o buzón para dejar correspondencia fuera de horario. Por: Carlos Fallas, historiador del Centro de Patrimonio Cultural.