Entre la equidad y la diferencia

Autor:
Sr. Francisco Fonseca Morera.
Psicólogo-psicoanalista, Gestor de Capital Humano
*Artículo del Colegio de Ingenieros Civiles (CIC)

“…que allí donde hay una desesperación por encontrar respuestas, alguien pueda hacerse nuevas preguntas. Sucede que, cuando uno está perdido, de nada sirve mirar el mapa del de al lado…” JACQUES LACAN

Desde hace algunos años, hemos visto cómo, por una u otra razón, la participación de las mujeres en las labores de la ingeniería se ha incrementado de manera significativa.

 Lo  que  antes  parecía  asociado, sesgadamente, a labores exclusivas de los hombres, ha migrado hacia una, cada vez más marcada, participación femenina. Son ahora más las mujeres que deciden emprender la tarea de desarrollar su vida profesional y personal abrigadas por una profesión exigente, demandante.

En una mirada general, podríamos decir entonces que, la profesión como un todo, tiene una interacción más equitativa y hay, por lo tanto, una mayor posibilidad de participación e interacción indistintamente del género, lo que hasta hace algún tiempo atrás era difícil de conseguir.

Hasta allí, todo bien (como dicen ahora los más jóvenes que quien escribe), pues el simple logro de la participación pareciera una meta “fácil” de conseguir; esto cuantitativamente hablando. Pero ¿qué tal si nos preguntamos algo más allá de la “simple equidad”, de la “simple participación”? Participar solo por hacerlo es, quizá, una acción inerte, carente de sentido material en lo profundo de una evolución profesional, que no se puede quedar en lo concreto (aún cuando es lo concreto lo que muchas veces se materializa en sus labores). Nunca más claro que ahora, resalta el sentido de dar valor a la participación por los aportes, más que por los números; por la persona más que por el género en sí mísmos.

Urge entonces, tener la posibilidad de nuevas disposiciones teóricas, que permitan una forma diferente de valoración, que se salga un poco del sentido de lo alcanzado, y se piense en lo que se requiere de ahora en adelante. Desde allí, entonces, elaboramos este escrito, desde la o las preguntas tales como: ¿ha marcado una diferencia importante en el ejercicio profesional de la ingeniería la participación femenina?, ¿es diferente la profesión ahora con la participación femenina en un porcentaje mayor?

La valoración de la diferencia es algo que quizá se mueva un poco en contra de la corriente cultural en donde debemos ser todos “iguales”, pero es posible que dicha valoración nos genere puntos de análisis desde otras ópticas, desde otras posiciones que, por lo tanto, brinden valoraciones diferentes y resultados distintos.

Es probable que, en la minuciosidad del detalle, nos encontremos valiosos aportes pintados desde un saber propio de lo femenino, saber que desde una valoración de las diferencias tenga lugar para aportar sin que esto sea amenazante o peligroso, sin que riña con espacios ya existentes, sino todo lo contrario, permitiéndose espacios novedosos, robustos y que lejos de redundar, amplíen el concepto y la estructura del ejercicio profesional.

La respuesta sencilla es decir que la participación es más equitativa desde lo cuantitativo; la que, tal vez, no lo sea tanto es desde lo cualitativo: ¿cuánto ha cambiado la profesión a causa de esto?

 Ciertamente no es una pregunta sencilla de responder, y mucho menos es fácil encontrar una respuesta exclusiva, única y certera; sin embargo, el simple ejercicio del cuestionamiento es valioso y permitirá mover los cimientos de lo instituido, generará diferencia y, por lo tanto, posibilidad de crecimiento y avance. Solo siendo distintos es que podemos crecer.

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