Paraíso de Cartago vio nacer en 1928 a uno de los promotores de la pintura abstracta en Costa Rica e impulsor de la primera Escuela de Arquitectura en el país
En el 2014 el arquitecto Rafael Ángel “Felo” García agregó un galardón más a los diferentes reconocimientos y homenajes que ha recibido en su vida: el Premio Nacional José María Barrantes, que le fue entregado durante la XII Bienal Internacional de Arquitectura organizada por el Colegio de Arquitectos de Costa Rica, institución que, impulsada por el mismo Felo, continúa su acción para mejorar la práctica profesional de los arquitectos, tanto dentro de Costa Rica como en el exterior
Incluso, durante el año 2011, el Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA) por medio del Régimen de Mutualidad dedicó una Carrera atlética para destacar al Arquitecto Rafael Angel “Felo” García Picado.
Arquitecto, exfutbolista y famoso pintor, ganador del Premio Magón en el 2008, don “Felo” es un hombre polifacético que ha impreso, con excelencia, la huella de su legado en la historia arquitectónica, cultural y artística de Costa Rica. Nacido en 1928 en Paraíso de Cartago, lleva a cuestas 90 años de múltiples experiencias que iniciaron en su infancia, en Barrio Aranjuez, período que transcurrió entre mejengas con los chiquillos del barrio, edificando ciudades de tierra en el patio de la casa, y transfiriendo al papel imágenes maravillosas de su infantil imaginación.
El fútbol fue una de sus pasiones, aún cuando desde siempre supo que lo suyo sería la arquitectura. Jugó profesionalmente en Cuba, Colombia e Inglaterra durante la década de los cincuentas. En ese misma época, su interés por la pintura creció y llegó a ser miembro de los ocho, famoso grupo de artistas costarricenses que influenciados por los movimientos artísticos extranjeros, abogaron por revitalizar la pintura en el país. Así, “Felo” García se constituyó en el primer encargado de la Dirección de Artes y Letras, hoy Ministerio de Cultura y Juventud.
Gracias a su liderazgo en esa institución se incrementaron las actividades culturales y se llevaron a todo el territorio nacional. Asimismo, fue pionero en la creación del Colegio de Arquitectos de Costa Rica y fue el primer director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, creada en 1971. Catalogado como uno de los maestros y gestores más destacados de la plástica costarricense de la segunda mitad del siglo XX, su labor como promotor de la cultura le ha valido el sobrenombre de “el adelantado”, apodo dado por compañeros y amigos. En el 2008 ganó el Premio Nacional de Cultura Magón, con el que se galardona a los máximos exponentes del arte y la cultura costarricense.
¿Londres fue el escenario donde vislumbró un nuevo paradigma de la cultura para nuestro país?
Yo siempre fui muy inquieto y visionario; la verdad es que siempre he querido muchas cosas para Costa Rica. Yo pude quedarme en Inglaterra, tuve propuestas para estar allá, pero le decía a mis profesores que no: que tenía en mente una serie de sueños por cumplir en mi país. Vine a establecer mis conocimientos en arquitectura, pintura y, desde luego, urbanismo. Cuando regresé, empecé a dar clases de dibujo en la Escuela de Bellas Artes, y muchos estudiantes me mostraban la inquietud de estudiar Arquitectura, pero por motivos económicos no podían salir del país, porque el campo más cercano era México.
En su etapa como docente, ¿qué experiencias le permitieron crecer más como artista?
A mí me encanta compartir, eso me ayuda mucho a acercarme humanamente a la gente, y esto en la pedagogía es fundamental. Sobre todo nosotros como artistas, somos de distancias más cortas, más comunicativos, y eso contribuye en la educación de uno mismo. A mí una cosa que me preocupa mucho es que las universidades están muy inquietas por capacitar, pero se les ha olvidado educar. La diferencia entre capacitar y educar es que la primera pretende formar a un profesional preciso dentro del campo enque nos movemos, mientras que la segunda es más abierto, más infinito, la parte humana de la persona, es disfrutar más de la vida, y no encarrilado en un solosentido.
¿Jugar al fútbol es un arte?
Para mí si lo fue. La creatividad ha sido un elemento de nutrición para mi trabajo, y el fútbol lo tome exactamente igual que hacer una pintura o una escultura. Tratando de hacer nuevas jugadas, nuevos “toques” o espacios temporales, y siempre que terminaba un partido hacía repasos que no me dejaban dormir. Soy deportista y también arquitecto.
¿Qué le gustaba dibujar cuando era niño?
Dibujar no, garabatear. Todo rincón donde encontraba algo que hacer, buscaba un lápiz o una tiza, y hasta los libros de mis hermanos donde encontraba espacios en blanco, lo rayaba todo. Mellamaban mucho la atención y me castigaban poreso.
¿Qué es lo que pasa dentro de las casas dibujadas en las pinturas?
De todo, todo lo cotidiano, pero nunca he querido mostrar esa parte. Pero sí sentís que hay gente, por las lucecitas, la ropa tendida, y si ustedes se fijan en las barriadas nunca hay ventanas abiertas, siempre hay espacios negros, y eso es una realidad.
¿Por qué siempre casas en sus cuadros?
Hay una gran influencia en mi obra de mi entrenamiento como arquitecto y urbanista. Toda mi obra es una gran síntesis de la geometría urbana, eliminando al ser humano que plantea una cosa diferente.